Para casi nadie ya es secreto que es una necesidad para crecer, tener definidos los objetivos en las distintas áreas de la vida. La claridad de objetivo optimiza nuestros recursos y permite una vida con más sentido y eficacia. Profesionalmente, es de primer orden, identificar nuestras prioridades y hacerlo de una manera congruente. Pero de este tema estaré hablando próximamente, pues merece dedicarle tiempo y espacio en particular.
Hoy te voy hablar de una actitud para el logro de objetivos: la constancia. Y fíjate que algunas veces se usa como sinónimo de perseverancia. Yo prefiero hablar de constancia, que en el DRAE se define como “firmeza y perseverancia en el ánimo en las resoluciones y los propósitos. En ocasiones, perseverancia raya con la obstinación y pierde así la congruencia de la actitud con el para qué, la dirección o propósito.
Y aunque seguramente este contenido te lo iba a presentar en este blog y retomaré en próximas entradas, por su necesidad para la optimización y disfrute de nuestra vida, lo que me ha estimulado a escribir este artículo, fue un paseo que me di ayer, con mi hija de 7 años y dos niñas más a una isla cercana donde vivimos. Y me permito contarte lo que vi. Y qué bien si tú también reflexionas al respecto.
Las tres niñas tenían un claro objetivo: hacer un castillo de arena. No fue difícil repartir las tareas, lo hacían con total espontaneidad y sentido de equipo: laborando, cantando, riendo, disfrutando, pidiendo ayuda… Y cuando casi estaba terminado y hacían los retoques finales, empezó a subir la marea, de modo que el agua arrastraba a cada paso un fragmento de la obra, y cada vez que esto pasaba, entusiasmadas, buscaban más arena, se abrazaban a lo que quedaba de castillo, se ayudaban, con rapidez, pues la misión era salvar lo creado y mantenerse en ello. No conté cuántas veces lo rehicieron con alegría. Ya era la hora de irnos, y hasta el último momento, y aún cuando se destruía tenían suficiente sentido y fuerza para rehacerlo en la única parte donde todavía no llegaban las olas.
Y yo pensaba y repasaba en mi memoria momentos de mi vida, historias de mis clientes en qué bueno si el alma de niño entusiasmado hubiera estado presente para mantenernos con constancia y enfoque, para el logro de objetivos. Aquellas tres niñas se estaban tomando las cosas como un juego divertido, se centraban en el proceso de hacer diferentes acciones para mantenerse en lo que deseaban.
¿Y qué nos pasa a los adultos? ¿Qué frena nuestra constancia y nos impide mantenernos en el camino para el logro de objetivos? Da tu opinión, por favor. Cuenta de tu experiencia en tu equipo de trabajo, o en otra área de tu vida. ¡Muchas gracias!
Hasta muy pronto,
Rosalia Peña Sarmiento y por tu crecimiento y cambio saludables
Creo que lo que nos pasa a los adultos es que nos han «educado» en que si no logramos lo que queremos AHORA entonces es que no vale la pena luchar. Ese es el consumismo puro y duro: todo tiene que ser inmediato a cambio de ningún esfuerzo.