Siempre  me ha gustado leer y compartir historias,  aquellas  con carácter anecdótico o  que han pasado de una generación a  otra para trasmitirnos  una enseñanza  a partir de las cuales podemos  ir cambiando nuestro marco de referencia. De modo que inauguro nueva categoría en el blog: historias  inspiradoras,  con el ánimo de que te sean útiles en tu cotidianidad. La de hoy, tiene  mucha relación con los  objetivos, con  la idea de llevarlos  hasta el final, y lo que realmente importa  comentado en la entrada anterior.

Napoleón Hill cuenta en uno de sus libros la historia de R. V. Darby, quien siguiendo la fiebre del oro  se fue  al  oeste  a cavar para hacerse rico. Obtuvo una licencia  y se fue  a trabajar con  el pico y la pala.

Después de varios meses de trabajo obtuvo la primera veta de  mineral  brillante. Necesitaba  maquinaria para extraer el material. Con discreción, cubrió la mina, volvió sus pasos  a su hogar en Williamsburg en Meryland, y le habló de su  hallazgo  a sus parientes y  algunos vecinos. Entre todos reunieron el dinero para  la maquinaria y la enviaron  a la mina. Darby y su tío volvieron a  trabajar en ella.

Extrajeron el primer carro de mineral y lo enviaron a un fundidor. Las utilidades indicaron que poseían una de las minas más ricas de Colorado.

Con unos pocos  carros más saldarían toda la deuda y empezarían  a ganar dinero en grande.

¡Hacia abajo fueron los taladros! Muy altas llegaron las esperanzas de Darby y de su tío. Entonces sucedió algo. ¡El  filón de mineral brillante  desapareció! Había llegado al  final del arco íris. Y la olla de mineral no estaba allí. Perforaron en un  desesperado  intento final por encontrar la veta, pero fue en vano.

Finalmente, decidieron  abandonar.

Vendieron la maquinaria  a un chatarrero por unos pocos cientos de dólares y tomaron  el tren de vuelta a casa. El chatarrero llamó  a un ingeniero para que observara la mina  e hiciera la prospección. El ingeniero le informó que el proyecto había fracasado porque los dueños no estaban familiarizados con las “vetas falsas”. Sus cálculos indicaban que la veta reaparecería tan solo, ¡a un metro  de donde los Darby habían dejado de perforar! ¡Y allí fue precisamente donde fue  encontrada!

El chatarrero   hizo millones de dólares en mineral  de aquella mina,  había buscado un experto antes de darse por vencido.

¿Cuántas veces  abandonamos nuestros objetivos, nuestros sueños a solo unos pasos de  alcanzarlo? A solo, “un metro del oro”

¿Cuántas veces  después de una experiencia  no agradable, interpretada  como fracaso ya sea en la vida personal o profesional no nos damos  el permiso para reiniciar?

Cuentan que Darby, quien se convirtió después en los pocos que vendían un millón de seguros  al año, y  siguiendo esta experiencia, se prometió  a sí  mismo un sencillo método: “me detuve  ante un metro  del oro, pero no me detendré ante un no  cuando  trate de vender los seguros”.

Si has pensado en abandonar un objetivo o si lo abandonaste temporalmente, piensa en qué acciones puedes emprender ahora. Pues antes del éxito, es posible que atravieses momentos de  incertidumbre. Según el propio Napoleón Hill en su investigación  con más de 500 hombres más ricos de su tiempo, la gran mayoría le comentó como  que sus mayores éxitos surgieron un paso más allá del punto en que la frustración se había apoderado de ellos.

¿Y tú dónde estás respecto de tus objetivos?  Quizás solo sea a un metro o a un palmo, no lo olvides. Comparte  en Comentarios tu experiencia o  lo que te haya suscitado esta historia.

Y también puedes enviarnos tu  historia inspiradora  u otra que conozcas y la publicaremos, por este medio. Puedes enviarla aquí.

Un saludo,


Rosalia Peña Sarmiento.

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