Hola,

En este  23 de abril,  podría  estar hablándote de libros.  Opto , sin embargo, por compartir, también por amor a la comunicación y el lenguaje, otro lado, partiendo, efectivamente, de que el lenguaje no solo es medio de  comunicación sino también guía nuestra acción, nuestra  motivación laboral y hacer personal en  los diferentes ámbitos de nuestra vida.

A menudo en mis cursos, me piden técnicas, estrategias básicas para comunicarse mejor en lo privado y en la vida más publica, y sobre todo mejorar la motivación para el trabajo, de personas individuales y equipos. De modo que te regalo una historia, con el ánimo de que te ayude a identificar   esa voz interior qué esta guiando tu motivación  hoy.

Esta historia la recrea Jorge Bucay en sus Cuentos para pensar:

     «SIN NOMBRE 2»

En un oasis escondido entre los mas lejanos paisajes del desierto, se encontraba el viejo ELIAHU de rodillas, a un costado de algunas palmeras

datileras.

Su vecino HAKIM, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a ELIAHU transpirando, mientras parecía cavar en la arena.

– ¿ Qué tal anciano? La paz sea contigo.

-Contigo- contesto ELIAHU sin dejar su tarea.

– ¿Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?

-Siembro- contesto el viejo.

– ¿Qué siembras aquí, ELIAHU?

-Dátiles -respondió ELIAHU mientras señalaba a su alrededor el palmar.

– ¡Dátiles!!!- repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez.

-El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.

-No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos…

-Dime, amigo: ¿Cuántos años tienes?

-No se… sesenta, setenta, ochenta, no se… lo he olvidado… pero eso qué importa?

-Mira amigo, los datileros tardan mas de 50 años en crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los 101 años, pero tu sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.

-Mira Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto… y aunque solo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.

– Me has dado una gran lección, ELIAHU, déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste – y diciendo esto, HAKIM le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.

-Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves , a veces pasa esto: tu me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. parecía cierto y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseché  una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.

-Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás mas importante que la primera. déjame pues que pague esta lección con otra bolsa de monedas.

-Y a veces pasa esto -siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas-: sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar ya coseché no solo una, sino dos veces.

-Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte…

Y así como el viejo  ELIAAHU,  como el mercader,  en nuestro interior, allá adentro hay una voz interior que guía nuestra acción,  y también está esa voz   que pueden escuchar los demás y que es la expresión de lo que pasa allá en lo hondo. Incluso no se escucha, simplemente se ve y transparenta en nuestras acciones cotidianas.

Y mi pregunta en este  momento es: ¿  En qué medida  tus voces interna y externa   están ayudando  tu vida, tu acción, tu motivación laboral y personal?

Siéntate libre para expresar tu comentario de esta historia  más abajo.

Un cordial saludo,

Rosalia Peña Sarmiento.

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